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"Heart and Soul"

"...Heart and soul
one will burn..." Joy Division.

En esta ocasión quiero hacer frente, exponer y después quemar algunos de mis mayores defectos. Pocas veces uno tiene el coraje de hacerlo. Sin embargo, hoy, antes de tomar el 97E hacia Örs Vezér, mientras veo sobre los olmos enormes de la Pésti Ut, junto a la parada, un millar de cuervos brillantes como piedrecitas de asfalto, he decidido espantar los cuervajos de mi vida, mis defectos más sobresalientes.

Empezaré por el orgullo. Soy una persona asquerosamente orgullosa. Quisiera no serlo, incluso me esfuerzo por no serlo; sin embargo, el cerebro es como un tenedor frente al cerebro que es como un tanque ruso. Muchas, muchas, muchas veces he querido volver al pasado y decirle a tantas y tantas personas "lo siento, me equivoqué rotundamente" o un simple "tenías razón" o un muy poco sentimental "perdóname". Supongo que el tiempo hace que, esas excusas a posteriori o, al menos, ese deseo de pedir perdón a posteriori, se convierta en polvo, en ceniza, y no tenga demasiado sentido. ¿Qué queréis que os diga? Haré propósito de enmienda, y, como ya me prometí a mi mismo en el pasado Yom Kippur, me esforzaré porque ese tenedor se convierta en un misil tomahawk frente al maldito tanque ruso. -Pregunta outpost: ¿por qué la terminología militar siempre es tan gráfica y sirve tan bien para ilustrar las distintas preocupaciones, diatribas y dicotomías del hombre contemporáneo?-. Así que, de antemano, a priori, y no a posteriori cuando el tiempo haya borrado siquiera las huellas de nuestra amistad, a todos a quienes quiero y aprecio, os pido perdón por mi orgullo, por mi asqueroso orgullo.

Sigamos por esta amarga y peligrosa calle. Otro defecto destacado es mi arrogancia. Soy descaradamente arrogante; a veces, incluso, insultantemente arrogante; no quiero justificarlo, no deseo hacer, como hago siempre, una defensa de mi arrogancia en términos de "es que sucede que el mundo es un lugar hostil y uno no puede confiar en nadie y, normalmente, el 'otro' quiere siempre hundirnos en la miseria o, simplemente, pisarnos para medrar"; no, ¡nada de eso! Se acabaron las excusas, Álvaro... ¿Acaso esta introspección no busca la catarsis, el cambio, o, como dice mi conocido Aronovitz, la redención? Pues para ello uno debe afligir su espíritu y apechugar. Arrogancia, lo siento, pero te envolveré en una cantidad moderada de papel higiénico y... hacia la espiral áurea del inodoro.

Otro defecto es mi incorregible e insaciable saturnismo, o, nostalgia. Mientras el resto de la gente disfruta de lo que sucede al momento en sus vidas, yo soy incapaz de disfrutar mientras me suceden las cosas buenas, al revés, caigo en un estado estúpido, tonto de malestar, de algo que podría calificar de melancolía, como si algo me impidiera disfrutar de lo que me traigo entre manos; luego, con el tiempo, me lamento de lo bueno que fue tal o cual día, tal o cual momento. Esto tiene que cambiar; es urgente y necesario el cambio, porque estoy viviendo cosas muy buenas y, mientras Ria está a tope, con las pilas al máximo, yo vivo el día, el momento, feliz pero "incompleto", como si faltara algo; y lo peor es que las excusas, las causas, los catalizadores de esta melancolía no se pueden achacar a circunstancias puntuales, es decir, no hay culpables a quienes cargar el marrón: no, esto me sucede desde que era niño y nunca he podido vencer este miserable defecto. Pensaré en algo. Estoy trabajando en ello.

Por último -de momento-, me duele reconocerlo, pero soy muy aprensivo. Debo también corregir este punto negro de este saco de miserables aptitudes que soy y, de alguna forma, aprender a no tomarme las cosas tan a la tremenda, sobre todo porque eso me lleva a estados de ansiedad y estrés innecesarios. Ya que no puedo controlar la maldad de la gente, he de aprender a ignorarla. He de aprender a pensar en un vaso de agua helada con cubitos de hielo, contar hasta mil (en finlandés, japonés, o en bosquimano) y no tomarme las cosas tan en serio.

¿Qué hacer? Bueno, emulando el antiguo ritual judío para el Día de la Expiación (Yom Kippur) tomaremos un carnero virtual, posaré mis manos sobre su cabeza para transmitirle todos estos defectos o pecados y le dejaré adentrarse en el desierto -un desierto virtual- para expiación de los mismos. Aún así, y como ya he dicho, seguiré trabajando en ello.

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